Category: Pintura

Mirar cubismo ¿para qué?

Ir a una exposición cubista para un historiador del arte cualquiera, tiene que ser similar a enfrentarse a un teorema pitagórico para una matemática inexperta: no puedo imaginar visita expositiva más difícil o, una forma más complicada de pasar las horas libre de ocio para quien tiene prisa, y/o entra despistado a un museo.

Kandinsky en “De lo espiritual en el arte” (1911) escribió algo así:

“Y luego se van [del Museo] ni más ricos, ni más pobres, y vuelven a sus preocupaciones cotidianas, que no tienen nada que ver con el arte ¿para qué han venido? (LEÓN, Aurora. El museo: teoría, praxis y utopía. 8ªed. Madrid: Cátedra, 2010.)

Ese “¿para qué han venido?”, me acompaña desde hace poco a las exposiciones a las que acudo, como un eco descreído y constante que no deja pasar ni una, y cuestiona todo el tiempo, qué miro, cómo miro, para qué  y por qué miro. Con esta idea, con la de destinar la vista a la OBSERVACIÓN y no a la lectura de: paredes de bienvenida, de folletos explicativos, o incluso de las etiquetas de los cuadros (que puede llegar a ser bastante fatigoso), fui a la exposición; Juan Gris, María Blanchard y los cubismos (1916-1927), que se celebró este invierno en el Museo Carmen Thyssen de Málaga.

Han pasado ya algo más de cuatro meses desde que estuve, y ahora, releyendo las notas de la  exposición (no recuerdo muy bien a qué cuadro pertenecen) las cuales tomé para mí, mientras me obligaba a mirar, o precisamente porque estaba mirando. Las comparto, con algo de pudor, por la escasa importancia de éstas: se tratan por lo general de anotaciones sencillas, reflexiones delgadas, pero que de no haberme obligado a mirar, a tomarlas, habrían sido en su mayoría cuadros fugaces acompañados de textos instantáneos, que no dicen nada.

Es difícil empezar mirar. Es difícil el cubismo, pero el acercamiento múltiple, facetado, el propio de cada uno de los artistas allí representados, hizo más accesible la visita, muy al contrario de lo que yo pensaba cuando me compré la entrada: “cubismo sobre cubismo, ¿dónde me he metido?”.

Jose Moreno Villa. Bodegón con Guitarra (1925)

Moreno Villa. Bodegón con Guitarra (1925)

Moreno Villa. Bodegón con Guitarra (1925)

“Unión de todo. Sin aire. Sin espacio. Sin perspectiva. Entre asfixiante y sosegado.Todo es una cosa. Simultaneidad de funciones; una partitura que también es una guitarra, y una mesa y una silla. No hay tema, no hay historia. Ni color  (tonos crudo, misma pincelada) ¿Qué querían que viésemos?” Reconocemos lo que vemos, (un bodegón) pero cuesta algo visualizarlo porque tenemos que buscar los límites de cada cosa representada, es pues, ahora (entonces) cuando nos detenemos a mirar y analizamos la pintura, la plasticidad, la instantaneidad”.  

Juan Gris. Arlequín con Botella, Juan Gris, (1919)

Juan Gris. Arlequín con Botella, Juan Gris, (1919)

Juan Gris. Arlequín con Botella, Juan Gris, (1919)

Algunos cuadros de Juan Gris, están trabajados como si se tratarán de madera. De una xilografía. Primera imprenta. Otros sin embargo, tienen una factura impecable, incluso diría que cuenta con distintas calidades texturales. Este cuadro de Juan Gris en concreto, tiene (para mí) un doble mensaje: por un lado, el tratamiento rudimentario del arlequín evoca a las primeras xilografías, señala los comienzo de la imprenta, que supuso una nueva era, y por otro; el hecho de que sea un arlequín, y hablando de comienzos, trae a la memoria también, los que pintará Picasso en su época azul cuando empezaba”. (Me pareció muy nostálgica, nunca habría pensado que el cubismo despertara esa emoción).

Juan Gris. Guitarra y frutera (1918)

Juan Gris. Guitarra y frutero, Juan Gris, (1918)

Juan Gris. Guitarra y frutero, Juan Gris, (1918)

Geometría. Trecento. Recuerda a los cuadros de Mantegna. Estilo que recuerda a otros estilos. Pintura Egipcia”. De nuevo a hondo en la idea de, principios, de comienzos, al fin y al cabo, la pintura egipcia es el primer movimiento plenamente artístico que estudiamos en las escuelas, caracterizado por su geometrización, por su curiosa perspectiva: esa que representa de perfil lo que únicamente sería posible ver frontalmente…

Al final de la visita caí en la cuenta de que había  cuadros cubistas y cuadros que estaban representando el cubismo, y otros que están pintados al estilo cubista y los que homenajean al cubismo (uno de tamaño mediano, con fondo azul y mesa en perspectiva, que sostenía un bodegón cubista, pero el cuadro en sí no lo era, creo que pertenecía a Jean Metzinger, pero no estoy muy segura)

A esa conexión también ayudó el espacio expositivo, sobre todo la iluminación, que era casi perfecta: las luces tenues de la sala, y la oscuridad de las paredes, conseguían que las cuadros (todos) destacasen cual tesoros colgados. Era como estar dentro de una tumba faraónica de época imperial que va descubriéndote sus jeroglíficos (perdón por la sofisticación de la metáfora). Por seguir enlazado, fui sobre todo porque el comisario era el profesor-catedrático más carismático de la facultad, y quería rememorar algunas de sus clases, algunos momentos, a algunos compañeros. Porque quería, en definitiva, darme una nueva oportunidad. Dejo para la siguiente exposición cubista buscar rastros de sentimentalismos y nostalgia, porque en los cuadros de Juan Gris habitaban esas dos emociones.

ilouvretheprado

Confieso que no me acostumbro a mirar videos de artistas del siglo XX en Internet. Cada vez que tropiezo con una entrevista a Duchamp, o con un fragmento de Kandinsky, quedo tan maravillada como lo estarían mis abuelos o, el propio Pablo Picasso ante la televisión* Esta fascinación es consecuencia de mi antiguo cerebro, ese que estaba acostumbrado a estudiar Historia del Arte con los apuntes de Almudena y los libros de la biblioteca, y que veía además, como cosa de privilegiados -y poliglotas-, acceder a los archivos museísticos donde cabría encontrar este tipo de documentación.

En el video que adjunto, vemos a Richard Hamilton junto con la responsable de la exposición “Las Meninas de Richard Hamilton “, comentando el origen de este proyecto, dice “…como mucho de los trabajos que he realizado, es consecuencia de un encargo más […]  Se trataba de homenajear a Pablo Picasso en su 90 cumpleaños. ¿Cómo se puede homenajear Picasso?…es imposible” ríe.

Llama la atención, no obstante, que en repetidas ocasiones se refiere a su trabajo de artista, como “trabajos de encargos”, alejándose, de alguna manera, de la imagen de genio frívolo que envolvían a muchos artistas pop. De hecho la proyección de Hamiltón va más allá del Pop: teórico, diseñador industrial, gráfico, pintor…

Escribía Hal Foster en un Artforum de hace un par de años, que Hamilton era el último pintor vivo que nos quedaba; que a diferencia de Warhol o Lichtenstein, él no había copiado las formas publicitarias que engloban al Arte Pop, sino los mecanismos del deseo que estos encerraban. La preocupación del pintor, continuaba el crítico americano, era crear un nuevo lenguaje pictórico que asimilara la influencia de la alta y baja cultura sin que éstas se diferenciaran.

En otro momento del video, le preguntan si está feliz de que su trabajo se encuentre en el Museo del Prado, “es un sentimiento cercano al éxtasis” responde, mientras alza la vista con pleitesía. La risas continúan rememorando su casa de Cádaques, “una ruina”, o recordando momentos de aquel proyecto (el de las Meninas) que ya había olvidado: “Ah, veo que me coloqué junto con mi esposa en el primer estudio. Siempre pensé que lo había hecho en el último”. Y se le escapa otra sonora carcajada, que tiene su gracia porque minutos después se hablará de los egos de Picasso y Velázquez.

Creo que podría mirar este video durante horas, tanto por la amabilidad que desprende Hamilton, como por la preciosa luz blanca que lo envuelve. Blancura que expresa, además de conocimiento y bondad, ese tiempo irreal que transcurre en los museos donde se mezcla continuamente lo eterno y lo perecedero.

Y ahí está ese perro, al que el cámara encuadra con toda la intención, y que parece haberse salido del lienzo gracias a la maestría de Velázquez para sentarse entre los dos interlocutores y, seguir tranquilamente la charla, como hacemos tú y yo.

 

Richard Hamilton en el Museo del Prado

Una conversación entre Richard Hamilton y Manuela Mena

*Picasso TV: 30 de junio 16 noviembre, 2014. Museo Picasso Málaga, aquí

Del cuadro al fotograma

Dies Irae, Carl Dreyer (1943)

Dies Irae, Carl Dreyer (1943)

Podría ser una imagen sacada de un lienzo del siglo XVII holandés. Formar parte de  unos de esos cuadros que tan sabiamente recogieron y poetizaron los detalles anodinos de la existencia de la mujer: cuando se acodaba en una silla, leía una carta o miraba distraída un momento cualquiera de la blanca mañana. Pero, pese a todas las características formales que se le son aplicables (la cotidianidad del gesto, la vestimenta o la misma ventana), el trasfondo de este fotograma, su expresión vital, está muy alejado de la calma y quietud que el universo femenino holandés suele transpirar.

Si nos detenemos en la luz, observaremos que pese a ser clara, ni difumina, ni colorea los contornos (como pasaba en la escuela flamenca), sino más bien perfila las facciones del rostro ocultándonos su mirada, la cual presentimos oscura y turbia, como las sombras que la enmarca. Ella además mira de soslayo, entregada completamente a lo que está pasando fuera de esos muros. La atención está en la calle, en un verdadero contraste con los cuadros flamencos, donde el motivo de interés está única y exclusivamente dentro del cuadro: nada de lo que provenga de fuera parece interesar a aquellas mujeres absortas en sus tareas, lejos del mundo que las rodea, pese a la amplitud y apertura de sus ventanales…

No puedo dejar de recomendar Dies Irae, y más en estos días de procesiones y vigías que nos recuerdan nuestros pecados y ofensas, pero también nos redimen de ellas. Es una obra maestra, llena de contraste, de luces y sombras, donde cada uno de sus personajes merece ser tanto salvado, como condenado, como cualquier hijo de vecino.

 

Malevich

Malevich y la Vanguardia Rusia, Stedelijk (Amsterdam)

Malevich y la Vanguardia Rusia, Stedelijk (Amsterdam)

“Esta pared es la que más me gusta. Es curioso, si te fijas en el cuadrado, en el cuadro, que es una cruz negra, no es simétrico al 100%. Me encanta ese contrapunto, ¿por qué será? Pasa con más obras, ¿unicidad ?. -Ni idea, quedan tan lejos las clases de historia del arte.”

“Negro, negro, rojo, negro, amarillo.”

“No le entiendo muy bien, pero me gusta algo. Entonces esto es arte, para vosotros es arte, verdad? A mí me parece que al artista se le va un poco, pero no sé mola, tiene como coherencia. ”

“ Esta silla, ¿escultura u objeto?”

“¿Qué fue antes el Constructivismo o el Suprematismo? Ah, espera, el Constructivismo primero, y luego el Suprematismo que es lo mismo pero en pintura”

“palo, cuadrado, círculo, círculo, cuadradito”

“Se inició con las ideas del pintor Kasimir Malévich, quien promovía la abstracción geométrica y el arte abstracto, en búsqueda de la supremacía de la nada y la representación del universo sin objetos. El Suprematismo rechazaba el arte convencional buscando la pura sensibilidad a través de la abstracción geométrica…”

Anciana leyendo

Anciana leyendo o La profetisa Ana (1631), Rijksmuseum, Amsterdam

Anciana leyendo o La profetisa Ana (1631), Rijksmuseum, Amsterdam

CARLOS, el del pelo blanco, una tarde muy tarde en la biblioteca intentaba que mi análisis de la imagen fuera más allá del texto que acompañaban a las ilustraciones. “Que te olvides de las características. ¿Tú qué ves ahí?…” La verdad era que no me atrevía a mirar por si no veía nada.

Ahora frente a Anciana leyendo (1631) de Rembrandt, he decidido pararme y mirar. Dejando a un lado lo que dice el rotulo, tengo la sensación de que Rembrandt ha querido establecer aquí una especie de paralelismo, entre la anciana que lee las sagradas escrituras aprovechando las últimas luces de la tarde (¡), con el espectador que también mira o lee,  lo que la luz del cuadro le permite ver. Me gusta pensar que el pintor pretendía trasladar a la pintura lo mismo que ocurre cuando nos quedamos de repente a oscuras en una habitación que estaba muy iluminada.

Al principio no vemos nada, pero una vez el ojo se ha acostumbrado a la oscuridad, empezamos a ver nuevamente los objetos que habían quedado ocultos, dándonos cuenta de que el rostro de la anciana, que antes nos parecía borroso, está sólo ensombrecido y tratado con tanto esmero como su mano.

Ubuweb o Todos los libros que me faltan por leer


UNA navegando por Ubuweb se encuentra con una joya documental como esta: la inauguración de “Responsive Eye” en el MoMA . La exposición es sobre Op Art y la película la grabó Brian de Palma en 1966. Merece la pena recorrer las salas acompañada por el comisario y Rudolf Arnheim, así como ver el ambientillo del museo con todas esas señoras tan arregladas y extravangantes, y algún que otro, albañil metido en faena.

Lo mejor: un jovencísimo David Hockney comentado que detesta todo lo que ve. Todo en 26 minutos. Imprescindible!